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Borges, figura en los diccionarios y enciclopedias como un eximio escritor y ensayistas, pero ninguno lo señala como uno de los mas magnos y románticos filósofos de la historia argentina. Luchador incansable contra el dogmatismo en ciernes, casi tanto como José Ingenieros. Un profeta de la razón, un cruzado que batallo hasta el desmayo para evitar que nuestro pueblo siga cayendo en la ignominia de los dogmas políticos, patología que 100 años después sigue estigmatizando a esta sociedad argentina, colapsada por el adoctrinamiento, el fetichismo, la amoralidad, el materialismo y las falsas creencias. La cultura del hoy esta en crisis, y la ética de la buena conciencia fue relevada por la mas nihilista decadencia.
Borges hizo de la poesía un medio de reflexión y cohesión con el mundo de la filosofía y la metafísica, convirtiendo cada bestiario, cada descripción, cada cuento genealógico, narración y recuerdos imaginarios, de cada excéntrico thriller, de cada forzado silogismo, y de todas sus ontologías nostálgicas inventadas, un punto en donde apoyarse. No hay escritor posible, que haya logrado abstraerse de tal heterodoxia y evitar a Borges. Fue un revolucionario de la pluma y las formas, y aun ya encumbrado, nunca cesó de explorar y jugar con nuevas posibilidades, ergo literato que se precie, jamas reposará en el Olimpo del conformista, so nunca dejará de crecer,..así fue Borges. Alguien que aun después de muerto su cuerpo, sigue creciendo día a día. Es la inmortalidad quien buscó a Borges. En los ensayos de Borges no encontrarás una palabra de mas, ni de menos, son como los buenos vinos, con el paso del tiempo añejan y se ponen mejor. Borges es el aristócrata de la literatura, en el gobierno de las palabras, el es el mejor.
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Roberto Arlt es uno de mis estereotipos preferidos, escritor salvaje, esta en las antípodas de Lord Borges. Autodidacta pura sangre, hizo de la rebeldía su misión. Es un aventurero domador de leones, nunca nada fue suficiente en el. Arlt a diferencia de Borges nunca necesitó de un tema superior para hacer de la literatura una expresión de belleza. Lejos de la economía de palabras de Borges, Roberto Arlt podía unir Venus con la Tierra con su avezada y siempre neurótica pluma, sin que el color de las sombras impidiera ver la luz de sus ideas. Solía hacer descripciones centrípetas o centrifugas con una destreza que pocos han sabido imitar, sin que el sincronismo narrativo estuviera ausente. Popes como Julio Cortázar, Ricardo Pligia, Cesar Aira Y Roberto Bolaño son algunos de sus mas célebres discípulos. A diferencia de Borges, provino de cuna pobre y ámbito desfavorable en lo que al arte se refiere, no obstante supo domesticar su propio destino y llevarlo rumbo al éxito. La inmortalidad fue abordada casi por asalto por Roberto Arlt, para terminar siendo su aliada.
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Ainda que o período vivido por Victoria Ocampo seja embrionário no que diz respeito à globalização, as possibilidades de se viver uma intercultura foram propiciadas pela sua educação estrangeirizada e viagens constantes. Tais viagens fizeram com que ela própria vivesse o sentido global antes de sua geração, assim como outros intelectuais da época que, como a autora, tiveram essa possibilidade. No entanto, o elemento diferenciador entre Victoria e os outros intelectuais foi que, por sentir-se tão intimamente pertencente à ponte entre a América Latina e a Europa, dedicou a esse interespaço a obra de sua vida: a Revista Sur, na qual estava presente uma então polêmica ideia de pertencimento a uma cultura local que não se afastava dos parâmetros universais de cultura, assim como debates filosóficos e literários sobre a literatura e a cultura em sua perspectiva universal.
Dessa maneira, a escritora que se tornou famosa pelo não aprisionamento à ideia que coincide cultura nacional e cor local, representou para a sociedade argentina uma figura polêmica e categorizada em várias identidades que, a sua época, não representavam elementos eminentemente positivos: como a filiação ao ideário feminista, pensado antes sob o seu ponto de vista que absorvendo os discursos alheios, também a ideia de (não)pertencimento a umacultura local e falta de engajamento político, principalmente no que diz respeito ao peronismo, que em várias ocasiões combateu.
O primeiro dos pontos que gostaríamos de abordar dessas constituições popularmente imaginadas é o fato de que Victoria seria uma pessoa tão estrangeirizada que não poderia ser considerada uma escritora “verdadeiramente argentina”. Para isso, trazemos o ensaio de Borges (2008), íntimo amigo da autora, sobre a identidade do escritor argentino A análise de Borges sobre a situação do escritor argentino no século XX nos traz considerações interessantes para pensarmos o caso de Ocampo, que como o autor, sofreu as críticas de não escreverem uma literatura “verdadeiramente argentina”. Os questionamentos do autor começam pelo diagnóstico das respostas ao “pseudo-problema” (BORGES, J. L., 2008) que é a compreensão da relação do escritor argentino com a tradição.
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En un cuaderno inédito, hacia 1939, Macedonio Fernández anota: “Artistas: el inventor de colmos de Importunación –El extremador de redondeces.” En arte, según esto, habría dos posibilidades: a) importunar, perturbar inventando algo nuevo; b) agradar perfeccionando lo ya inventado. Dos extremos, dos programas para el arte: la ética de la invención, la estética del pulir y redondear. Claro que esos extremos –inventar, redondear– en cierto modo se dan en toda obra de arte. Por un extremo, la obra de arte se aproxima a lo “ilegible”, corre el riesgo de inventar hasta el punto de hacerse invisible, al diferir al futuro sus condiciones de inteligibilidad; por el otro, se expone a la redundancia, a agotarse en la nitidez de lo que meramente agrada en el presente. En las letras latinoamericanas (y más allá de ellas) pocos se entregaron al extremo de la invención de manera tan colmada de futuro como Macedonio Fernández.
Es sabido que en el siglo XX hubo un modo relativamente codificado de hacerse visible “importunando”: es lo que suele llamarse arte “vanguardista” –o bien eso que Octavio Paz denominara la “tradición de la ruptura”. La obra de Macedonio Fernández no es por cierto ajena a una voluntad de “importunar y perturbar” asociable a las vanguardias históricas, y de hecho tiene vínculos específicos con los movimientos de vanguardia que surgen en Buenos Aires hacia 1920. Pero no es menos cierto que su escritura pone en juego un arte de la invisibilización que no acaba de concordar con ciertas inercias –ciertas estridencias en el “hacerse visible”– típicas de los movimientos de vanguardia. Macedonio es, si se quiere, un vanguardista “ex-céntrico”: un irónico caballero porteño propenso a inventar “colmos de importunación”, así como a lo que en una de sus humorísticas semblanzas autobiográficas llama “una asiduidad de faltar casi enternecedora”. Como el personaje homónimo de su Museo de la novela de la eterna, Macedonio tiene algo de “inexistente caballero”: en él llaman la atención el ingenio y radicalidad inventiva de sus “artefactos de importunación” no menos que la sutileza con que pone en juego un arte del ausentamiento –cuestión no baladí en quien concibe la escritura como una suerte de disappearing act. Parafraseando a otro excéntrico escritor rioplatense, el Vizconde de Lascano Tegui, autor de una narración deliciosamente peregrina, De la elegancia mientras se duerme (1925), en Macedonio habría que hablar de “la elegancia mientras se importuna”.
Artefactos de importunación: la “novela que no comienza” –en sus varias versiones: la novela diferida por un interminable sucesión de prólogos (el Museo de la novela de la eterna), la novela que sólo comienza (Una novela que comienza–; el “título-texto” (es decir, el título que prescinde de un texto subsiguiente) o el “paréntesis de un solo palito” –recurso coherente con el programa de “escribir mal y pobre”–; la narración que aspira a “propinar un chichón en la frente del leer”, propósito inseparable de la drástica reducción (¿o ilimitada expansión?) de la literatura al logro de un momento de Conmoción Conciencial que desvanezca en el lector la ilusión del yo –punto en que la “ex-ficción” macedoniana se confunde con su escritura filosófica, y en particular con su tesis del “almismo ayoico”.
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